San Isidro es una de las comunas que más recursos posee y que no logra gastarlo todo, sin embargo convoca a la inversión privada para que construyan estacionamientos.
A todas luces en San Isidro lo que más falta son espacios para el estacionamiento público. Eso no está en duda y nadie que a diario acuda a esta zona de Lima puede discutirlo. Entonces suena lógico que la comuna del llamado “Centro Financiero” de la capital convoque a la inversión privada para desarrollar un proyecto que ayude a paliar el déficit de 9600 estacionamientos que tienen, sin embargo hay que aclarar que esta comuna maneja un presupuesto anual de 170 millones de soles y que en el 2007 le sobraron 26 millones de soles y en el 2008 quedaron en las arcas municipales más de 61 millones de soles sin gastar, entonces empieza a parecer extraño que el alcalde Antonio Meier Cresci llame a la inversión privada para desarrollar un proyecto que demandará una inversión de 94 millones 485 mil soles.
De acuerdo a una investigación del arquitecto Pedro Martínez Valera, director del diario municipal “Apertura”, el proyecto para construir un espacio que albergará a 2400 estacionamientos ha dispuesto que éstos se construyan en el subsuelo de la avenida República de Panamá, en la zona que le corresponde a San Isidro, para lo que se presentaron como iniciativas privadas las inmobiliarias Gedeinco S.A. y Antgasmanga Group Ass SAC, las que invertirían US $ 21´137,704. También la empresa Inverdes S.A. asociada con la segunda, pondrían de su bolsillo nada menos que US $ 10´568, 852.
Sumado a la desconcertante necesidad de inversión privada en el municipio que más recursos económicos (por recaudación) posee, hay que agregar la constitución de una de las inmobiliarias, Antgasmanga Group Ass S.A.C, que pretende hacerse de un proyecto de casi 30 millones de dólares, cuando en su registro de inscripción señalan que la empresa fue constituida con sólo 800 dólares.
La magia de los socios El directorio de Antgasmanga Group Ass S.A.C está integrado por tres hombres con pasado histórico polémico: Ramón Gastón Barúa Lecaros, ex alcalde de San Isidro, el arquitecto Manuel Antonio Villacorta Taboada y el ex ministro de Vivienda del primer gobierno aprista, Antenor Orrego Spelucín. Por si la memoria es frágil, cabe recordar el pasado del arquitecto Villacorta Taboada quien casi fue obligado a renunciar a su cargo como gerente general del Banco de Materiales el 5 de mayo de 2008 por las serias denuncias de irregularidades en su gestión cuando manejaba las riendas de Sencico.
Poco antes de estas asombrosas multiplicaciones de capitales y las generosas iniciativas privadas, la comuna de Lima empezó a preparar el terreno, pues el 12 de marzo de 2009 publicó un aviso donde destacaba que las tres iniciativas de las inmobiliarias citadas contaban con el visto bueno de Gerencia de Desarrollo Urbano, la de Transporte Urbano y del Instituto de Inversiones Metropolitanas (Invermet).
Casi inmediatamente la comuna de Antonio Meier, hizo el coro publicando una ordenanza, la Nº270-MSI, en El Peruano en la que declaraba de interés distrital la promoción de la inversión privada en San Isidro para la “implementación y operación de infraestructura en predios públicos como privados en materia de estacionamiento colectivo de vehículos”. Sin embargo las edificaciones en zonas públicas deben contar con la aprobación de la ciudadanía, pero el argumento para negarse a esto fue que los trabajos se harían bajo el suelo.
El premio esperado
Si lo anteriormente escrito no es suficiente para despertar sospechas de posibles irregularidades en esta concesión, el destino de esta inversión habla por sí solo. Y es que la generosa participación de tres socios que solo invirtieron 800 dólares para ganar un contrato de 95 millones de soles podría originarse en que al final de la obra, es decir cuando se entreguen los 2400 estacionamientos que estarán debajo de las avenidas República de Panamá, Las castañitas y Aramburú, la administración de este lugar pasaría a manos de la empresa inversora por un período de 30 años, para que recuperen su inversión.
A todo esto hay que sumar el hecho de que lo más probable es que lo recaudado por el uso de las cocheras no ingrese a la comuna de San Isidro, que hasta ahora no han dicho cuánto será el costo de la hora de estacionamiento, si la municipalidad podrá ejercer control y fiscalización en este terreno.
Pedro Martínez Valera, Arq.
Director General
GCM-APERTURA
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