El ‘premio’ que recibieron los miembros de la Unidad de Investigación del diario El Comercio, decano de la prensa nacional, una vez que sacaron a luz tremenda corrupción en el llamado Caso de ‘Los Petroaudios’, fue el ser inmediatamente despedidos, quedarse sin trabajo, llegando al extremo de convertirse, gracias al poder económico y político reinante, de denunciantes a denunciados. De periodistas investigadores a periodistas investigados.
Hacer Periodismo de Investigación en nuestro país, se ha convertido en una tarea de solitarios y cada vez más de incomprendidos fiscalizadores. Aunque es difícil creerlo, no sólo en el Perú, sino también en Latinoamérica, y porque no decirlo en EE.UU y Europa, sobreviven a duras penas, ‘anoréxicas’ Unidades de Investigación, en los mal llamados medios de comunicación sean, de prensa escrita, radio, televisión o multimedia. Medios que son más que todo de difusión, medios que en su totalidad más que menos son empleados por sus propietarios, para hacer negocios, influenciar en el poder político, aumentar su cuota de poder y multiplicar sus ganancias económicas.
Muy cierto es lo que la última Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación desarrollada en nuestro país y muy bien, promovida por el Instituto de Prensa y Sociedad IPYS, se concluyó: Cada vez más se suprimen, dicen que por ser muy costosas, las Unidades de Investigación. Los propietarios de los medios de difusión, las desactivan, las desmantelan. Otros de forma más encubierta, recargan la labor de los periodistas de investigación, hasta totalmente anularlos, sobrecargarlos de trabajo al punto de llevarlos a que no puedan publicar nada, o disminuir en la calidad y profundidad de sus investigaciones. Peor aún puede suceder, cuando los propietarios de dichos medios periodísticos, utilizan a los periodistas de investigación, como instrumentos de acoso, venganza y revancha en contra de alguna persona natural o jurídica en contra de un institución, organización civil o empresa, alguien a quien el dueño del medio de difusión, ‘se la tiene jurada’, a un competidor que le hace ‘sombra’ y amenaza al monopolio de su poder empresarial.
Peor aún sucede cuando el Periodismo de Investigación se convierte en un denigrante ‘periodismo de extorsión’. Y lo más curioso, no siempre es tarea aislada y solitaria de un oscuro pseudo periodista con afanes de hacer dinero rápido a costa del interés y dinero público. Lo lamentable es cuando justamente la extorsión y el chantaje se dan de manera encubierta, asolapada y como un mecanismo de presión, que realizan corruptos dueños de medios de difusión en contra de una autoridad edil. Como dicen, ‘los ajustan’, realizando denuncias sin sustento probatorio pero sí con grandes titulares y portadas, para luego pasar por la ‘caja municipal’ para cobrar, a fin que este mal llamado (y en minúsculas) periodismo de investigación, cese en sus publicaciones. Muchos speudo periodistas no se venden, pero sì se alquilan: Cada cierto tiempo publican ‘grandes destapes’, a fin de ser ‘aceitados’, a fin de recibir un dinero que temporalmente comprará su silencio cómplice.
Lamentablemente en nuestro país, muchos corruptos alcaldes y presidentes regionales, son la ‘caja chica’ de pseudos periodistas, comunicadores sociales fracasados e individuos con apetitos políticos y ansias de convertirse en autoridades locales y congresistas, que mal utilizan el periodismo para sus fines personales. Ellos son fiel ejemplo de lo que hoy en día se conoce, como la corrupción de la lucha anticorrupción. Y esto es aún más devastador de lo que se cree, ya que los ciudadanos llegan al convencimiento que todo periodista de investigación denuncia, porque sencillamente, el alcalde no aceptó pagarle el ‘precio’ de su ‘trabajo’ algunos dirán, el precio de su silencio. Y lo que es peor, si el periodista de investigación se ve imposibilitado de publicar, porque sencillamente no tiene la capacidad logística y económica para validar todas sus fuentes y pruebas, nuestros ciudadanos rápidamente entenderán que el periodista calló, porque sencillamente la autoridad le pagó, lo ‘aceito’. Así estamos, denuncias y silencios hacen al Periodismo de Investigación una actividad tan cuestionada y tremendamente incomprendida, pero sumamente importante, como lo es la mismísima labor de un psicoterapeuta psicoanalítico: No quedarse en la superficialidad de los síntomas, ‘bucear’ hasta las profundidades del conflicto, para develar y hacer de conocimiento público actos de corrupción, dolosos y dolorosos que en definitiva constituyen, parte de nuestra miseria humana. Muy difícil de aceptar.
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