La negociación del pago de los S/.36 millones que la Municipalidad de Lima le adeudaba desde hacía varios años a Relima no fue lo único que estas entidades negociaron en el 2005. Paralelamente, mientras ello ocurría, ambas partes acordaban las mejores condiciones para renovar el contrato por el servicio de limpieza que había empezado el 25 de octubre de 1995 y que, 10 años después, estaba por fenecer.
En las dos negociaciones tuvo una participación estelar Miguel Garro Barrera, entonces gerente financiero de Relima y operador de la empresa Comunicore. El otro protagonista fue Carlos Chávez Málaga, gerente administrativo edil y hombre de máxima confianza del alcalde Luis Castañeda Lossio. A ambos los une la amistad, pero, sobre todo, un vínculo laboral en una compañía de Garro llamada CSI Perú Logística SAC.
Todo indica que la renovación del contrato con Relima tenía que realizarse a como diera lugar cuando, en febrero de 2005, el alcalde Castañeda recibió la propuesta de esa empresa para firmar un nuevo acuerdo contractual. Pese a que el plazo culminaba el 25 de octubre de ese año, y que recién a partir de esa fecha debía evaluarse el desempeño de la compañía antes de pensar en una renovación, las partes obviaron este detalle y adelantaron la firma para el 4 de agosto. Así, el vínculo Municipalidad de Lima-Relima se amplió por una década más.
Algo hizo que Relima se viera favorecida de ese modo, a pesar de que dicha empresa no habría cumplido con sus obligaciones. Según un informe de la Oficina de Control Interno del municipio del año 2007, la transnacional incumplió, básicamente, con dos obligaciones: no renovó las cartas fianza de los años 2002 al 2005 y no adquirió los equipos y camiones nuevos a los que se comprometió en 1995.
CONTROL INTERNO. Según este documento, “el contrato… fue renovado sin que haya culminado, a pesar de existir incumplimiento de obligaciones contractuales por parte del concesionario, los mismos que no fueron exigidos previamente por la municipalidad”.
Según Control Interno, el caso empezó a gestarse el 9 de febrero de 2005, día en que Castañeda recibió la Carta Nº 115 de Relima, en la que esta le planteaba la renovación.
El burgomaestre le trasladó la carta al entonces gerente municipal y aún hombre clave de su equipo edil, Ángel Pérez Rodas, y este, a su vez, le encargó el asunto al gerente administrativo Carlos Chávez Málaga, amigo de Miguel Garro.
Como se ha referido, el nuevo contrato se firmó el 4 de agosto de 2005. Simultáneamente, por aquellos días, la comuna y Relima también estaban en conversaciones para reprogramar el pago de la deuda, en un plazo de 10 años, a través de un cronograma muy beneficioso para el municipio.
¿Coincidencias? Es algo que está por verse. El hecho es que, gracias a los buenos oficios de los protagonistas de esta historia, y pese a la oposición puesta de manifiesto por la Oficina de Asesoría Legal de la municipalidad, el nuevo convenio le ha permitido a Relima recibir de la comuna S/.57 millones anuales, según cifras de Transparencia Económica del MEF.
Hasta el momento, ninguna autoridad metropolitana ni algún ejecutivo de Relima ha dicho esta boca es mía.
Publica: Perú.21 (25/02/2010)
En las dos negociaciones tuvo una participación estelar Miguel Garro Barrera, entonces gerente financiero de Relima y operador de la empresa Comunicore. El otro protagonista fue Carlos Chávez Málaga, gerente administrativo edil y hombre de máxima confianza del alcalde Luis Castañeda Lossio. A ambos los une la amistad, pero, sobre todo, un vínculo laboral en una compañía de Garro llamada CSI Perú Logística SAC.
Todo indica que la renovación del contrato con Relima tenía que realizarse a como diera lugar cuando, en febrero de 2005, el alcalde Castañeda recibió la propuesta de esa empresa para firmar un nuevo acuerdo contractual. Pese a que el plazo culminaba el 25 de octubre de ese año, y que recién a partir de esa fecha debía evaluarse el desempeño de la compañía antes de pensar en una renovación, las partes obviaron este detalle y adelantaron la firma para el 4 de agosto. Así, el vínculo Municipalidad de Lima-Relima se amplió por una década más.
Algo hizo que Relima se viera favorecida de ese modo, a pesar de que dicha empresa no habría cumplido con sus obligaciones. Según un informe de la Oficina de Control Interno del municipio del año 2007, la transnacional incumplió, básicamente, con dos obligaciones: no renovó las cartas fianza de los años 2002 al 2005 y no adquirió los equipos y camiones nuevos a los que se comprometió en 1995.
CONTROL INTERNO. Según este documento, “el contrato… fue renovado sin que haya culminado, a pesar de existir incumplimiento de obligaciones contractuales por parte del concesionario, los mismos que no fueron exigidos previamente por la municipalidad”.
Según Control Interno, el caso empezó a gestarse el 9 de febrero de 2005, día en que Castañeda recibió la Carta Nº 115 de Relima, en la que esta le planteaba la renovación.
El burgomaestre le trasladó la carta al entonces gerente municipal y aún hombre clave de su equipo edil, Ángel Pérez Rodas, y este, a su vez, le encargó el asunto al gerente administrativo Carlos Chávez Málaga, amigo de Miguel Garro.
Como se ha referido, el nuevo contrato se firmó el 4 de agosto de 2005. Simultáneamente, por aquellos días, la comuna y Relima también estaban en conversaciones para reprogramar el pago de la deuda, en un plazo de 10 años, a través de un cronograma muy beneficioso para el municipio.
¿Coincidencias? Es algo que está por verse. El hecho es que, gracias a los buenos oficios de los protagonistas de esta historia, y pese a la oposición puesta de manifiesto por la Oficina de Asesoría Legal de la municipalidad, el nuevo convenio le ha permitido a Relima recibir de la comuna S/.57 millones anuales, según cifras de Transparencia Económica del MEF.
Hasta el momento, ninguna autoridad metropolitana ni algún ejecutivo de Relima ha dicho esta boca es mía.
Publica: Perú.21 (25/02/2010)
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