Mi relación con el Canal 11 siempre fue escaramuza. Me invitan y siempre les pateo el trasero por paltas. Pasó con Luis Alfonso Morey, cuando fue su gerente general -antes que Belmont se pusiera celoso porque le robaba harta pantalla-. Hace un par de días me invitaron para grabar un piloto, un segmento en “Habla el Pueblo”. Hablé en privado con su vicepresidente, un tal Belisario Bernales en el búnker sanisidrino, propiedad del “Hermanón”. Por primera vez hice esa fakin cosa de presentarme y leer una columna frente a una cámara de televisión en las instalaciones de su otra fortaleza –está vez en la ricaviki, sin piscina pero qué buenas nalgas tenía la que maquilla-. Adentro, en el estudio, esperaba que Jeanette Enmanuel terminara su Santa Natura (recupérate, chola ¡fuerza!); la tía sabe lo suyo y la veía con mi skate al lado y mi laptop Apple (2001) malograda -para la finta, pe, porque pegué mi logo del Gato Pop a crayolazo y plumón limpio-. Atento para copiar su desenvolvimiento pero con esos productos naturales me sentí después como farmacéutico. Antes, una movilidad me recogió y me devolvería a mi casa de combate (LA PRIMERA) –Es divino sentirse un ‘star’ en una camioneta blanca que se caía a pedazos, richi; ah, eres congresista ¿y a mí qué me importa?-. Es ahí donde conocí el plomo este del gerente general, un tal Alex Santisteban. En la vuelta del viaje, terminada la prueba (vayan a probar a la vieja), Alexito, sí, qué se habrá imaginado que soy, me propuso manejar un programa de entrevistas de candidatos a la alcaldía con este intro tóxico “por ejemplo, uno viene y pone 5 mil dólares pero tú tienes que hacerle una entrevista ECHADA”. Automáticamente mis cejas se volvieron cuchillas ¿Es que este tipo no sabía que estaba ante el Malapalafaiter, una marca registrada de justiciero sandunga manga anime lover samurái? Que un año y ocho meses de heroica columna no se puede traducir en segundos en diarrea oral de sus más podridos anticuchos. De frente, nomás, le puse el freno de mano: “Causa, eso no va conmigo, no le entro, discúlpame pero si yo hago una entrevista es para joder”. Faltaba una cuadra para llegar al periódico, en realidad ya me quería bajar pero esa chatarra fácil era la de los Picapiedras y no quería arruinar la suela. El gordito y corto personaje agregó todo conchán: “Está bien, así sabemos antes de hacer cualquier trámite cómo eres”. THE END. Me bajé del auto, me dijo que reclame mi piloto, que me iba a llamar –quédatelo, fakiu!-. Me despedí como un caballero y rodé por las aceras con mi tabla deslizante. Baits, RBC, les falta calidad hasta en las maneras: ablaos!
Publica: La Primera (11/03/2010)
jueves, 11 de marzo de 2010
MALAS PALABRAS: RBC AGAIN
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