Director GCM APERTURA
Es muy cierto. Nuestras llamadas ‘élites’ tanto de derecha como de izquierda, promueven aceptan, consienten y conviven, con gobiernos déspotas, corruptos y autoritarios, siempre y cuando les sirvan a sus intereses particulares y a sus negocios empresariales. Neutralizando también a sus rivales. Eduardo Dargent Bocanegra, muy bien lo ha expresado –previa rigurosa investigación-, en su libro ‘Demócratas precarios. Elites y debilidad democrática en América Latina’, bajo el sello del Instituto de Estudios Peruanos IEP.
PRECARIEDAD VS. CONVENIENCIA
Pero, estas élites la conforman, ¿demócratas precarios o demócratas convenidos? Nosotros apostamos por lo segundo, por una sencilla razón: Lo ‘precario’ tiene una definición de poca estabilidad o duración, de algo temporal y sobre todo de escases de medios, de recursos insuficientes, algo que connota necesidad. Y esto es todo lo opuesto a lo que son –en nuestro país y en Latinoamérica-, nuestras denominadas ‘élites’.
Si son ‘élites de derecha’, tal como lo señala Eduardo Dargent, “incluirán por lo general, a empresarios líderes de partidos políticos, terratenientes, intelectuales, conservadores, miembros de la Iglesia Católica y de las Fuerzas Armadas”. También nosotros incluiríamos a autoridades ‘independientes’ y a los llamados ‘líderes’ de opinión. Enorme ‘cajón de sastre’, donde se entremezclan periodistas, comunicólogos, publicistas, pseudos comunicadores sociales y diversos profesionales. Actores que rechazarán todo tipo de políticas que conduzcan a la redistribución de los recursos no sólo económicos, a la igualdad, inclusión, equidad y justicia social.
Suponemos que las ‘élites de izquierda’ están conformadas por líderes gremiales, sindicales, por inconformistas del status quo, por luchadores sociales, defensores de los derechos humanos. También por activistas políticos, intelectuales comprometidos, autoridades contestatarias y por ciudadanos que piensan y obran a favor de una justa redistribución, el control de la propiedad privada y del poder político económico.
¿Son acaso ellos ‘demócratas precarios’ de derecha o de izquierda? Más preciso sería etiquetarlos, como lo que realmente son, tal como siempre se comportan: como despreciables ‘demócratas convenidos’. Y porque sencillamente piensan y obran por conveniencia, por conformidad, adhesión y aprobación de toda autoridad que no toque sus intereses y que no vaya más allá de lo que sus orejeras le permitan mirar. Nunca ver.
Sí son ‘demócratas convenidos’, porque son ‘élites’ que consienten outsider o gobiernos autoritarios –con o sin botas y galones- porque les conviene. Porque su dinero aumenta, así su poder e influencia política disminuya, se vuelve accesoria o se prostituya en una vergonzosa comparsa.
Pero si hablamos de democracia, ¿no sería más justo no sólo referirnos a los ‘demócratas precarios’ (léase demócratas convenidos) que están en las élites de derecha y de izquierda, sino también a la gran masa de demócratas que por lo general desbordan o son traicionados por estas ‘élites’ políticas? ¿Acaso no es cierto que exista mayor precariedad, más ansias de necesidad en las masas que en las élites? Definitivamente las masas son más necesitadas, las élites mucho más ilustradas. Por ende, más que hablar de demócratas precarios, sería mejor hacerlo de masas precarias. De personas en camino a ser verdaderos ciudadanos conscientes de sus obligaciones y derechos. De inmaduros demócratas en medio de una democracia incipiente, en ‘pañales’, debido al riesgo de una imprevista evacuación autoritaria.
Si Eduardo Dargent asocia al demócrata con la élite, mejor sería no adjetivarlo llamándolo precario. Su excelente ensayo –finalista del premio COPÉ 2008- es contundente: Élites de derecha o de izquierda, consienten gobiernos autoritarios porque les conviene. Más que por demócratas precarios, estas élites están conformadas (léase deformadas), por demócratas convenidos, por pseudos e inmaduros demócratas. Inmersos en democracias en vías de consolidación.
DEMÓCRATAS VECINOS CONVENIDOS
Valga este pequeño aporte a tan valioso trabajo de Eduardo Dargent, sólo para subrayar, que en nuestros distritos y en sus municipalidades (primer daño de la democracia local, hoy convertidos por desgracia en Escuelas de Corrupción), también existen una especie de vecinos convenidos (y no demócratas precarios), que consienten y toleran la corrupción municipal por conveniencia. Por lo general no son parte de la élite –sea de derecha o izquierda-, sino más bien corresponden al grueso de la población. Serían la masa ciudadana, conformado no por los grandes contribuyentes municipales (centros comerciales, mediana y gran industria, hoteles, clínicas, complejos empresariales, edificios inteligentes y otros), que a manera de élites distritales, sí pagan sus arbitrios e impuesto predial a su municipalidad. Estas decenas de miles de morosos contribuyentes, corresponden a vecinos particulares, propietarios de una vivienda, desempleados, jubilados o profesionales sub-empleados, que no denuncian ni fiscalizan la gestión edil de su distrito, aceptando convivir con la corrupción municipal, porque su silencio les conviene a sus fines e intereses personales.
Estos vecinos convenidos, al igual que los demócratas precarios de Eduardo Dargent, no sólo toleran y promueven gobiernos municipales autoritarios. Sino también, corruptos. Y esto es lo más grave. Su lógica interna es: ‘Como no pago mis arbitrios ni mi impuesto predial anual, no me importa si el alcalde roba, firma millonarias concesiones, se beneficia con negociados bajo la mesa, llegándose al extremo de ‘levantarse en peso’ la municipalidad ’. Mientras que el demócrata precario, por interés personal, convive con gobiernos autoritarios, nuestros vecinos convenidos, porque los beneficia individualmente conviven con la corrupción municipal. Increíblemente hasta la justifican, por conveniencia: “Que robe, pero que haga obra”. El mensaje latente radica en que ‘no es dinero suyo’, porque él es un ‘vecino convenido’, un moroso más de los miles existentes.
Sólo así es explicable las altísimas tasas de morosidad existentes en nuestras municipalidades. Todos los alcaldes toleran –uno más que otros-, elevados porcentajes de contribuyentes que sencillamente no pagan (porque no tienen y porque no quieren) ni contribuyen con el sostenimiento económico de su municipalidad. El ‘pacto’ no es expreso y ni siquiera consciente. Es más, es todo lo contrario: Tácito, sobrentendido e inconsciente.
El alcalde hace muy poco o no hace nada por cobrarle –menos coactivamente-, deudas municipales a su ‘vecino convenido’ y éste en ‘agradecimiento’ y como ‘contraprestación’, no controla el gasto municipal, menos aún fiscaliza el dinero público, llegándose al extremo de dejarlo robar, permitiendo que nuestras municipalidades se conviertan en verdaderas Escuelas de Corrupción. Y con impunidad asegurada.
Finalmente, y algo que de seguro Eduardo Dargent coincidirá con nosotros, es que en el balance final ambos pierden: tanto el demócrata precario como el ‘vecino convenido’, por su estrechez que limita su visión a su ámbito exclusivamente de interés personal, son los grandes perdedores. Ambos, por obrar por conveniencia, servirán para consolidar el autoritarismo y la corrupción.
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